Los fantasmas de Esparta

on viernes, 16 de marzo de 2012
Y ahí estaba Kratos, sentado frente al  cádaver de su hija y su esposa mientras entre lágrima y lágrima se preguntaba por qué encomendó su alma al cruel Dios de La Guerra Ares.
Corría el año 266 a.C cuando Kratos,liderando al ejército de Esparta presentó guerra al numeroso ejército persa.  Sus hombres se contaban en miles, pero la sed de sangre de los Espartanos era insaciable. Eran apenas mil soldados,los persas millones.
Presentaron batalla en los Campos Elíseos. Los persas, liderados por el bárbaro Agión formaban, incontables, frente a un millar de Espartanos buscando venganza.
La batalla transcurría su curso. Los persas , por muchos que fueran iban cayendo ante las increíbles habilidades de los Espartanos. Aunque por mucho más habilidosos que fuesen iban cayendo a mano de millones de persas.
Mientras tanto Kratos daba guerra a Agión, el bárbaro vikingo que emigró a terreno Persa consiguiendo convertirse en el capitán de tan grandioso ejército. Kratos, fuerte pero pequeño, Agión robusto y gigante. En un intento de asesinar a Agión Kratos acabó desarmado.
Este cerró los ojos y se encomendó a Ares, gritó tan alto como pudo:
-Ares, a ti encomiendo mi alma si me salvas tanto a mí como a mis hombres.
Y el cielo se abrió y Ares sublime y bañado en oro bajó del Olimpo y destruyó a todo Persa que se interpuso en su camino.
Después a Kratos  le otorgó las espadas del Caos, que se fundieron en su piel, formando parte del mismo para el resto de la Eternidad.
Y así fue como los espartanos ganaron esa batalla.
Pero el alma de Kratos seguía perteneciendo a Ares. Este le mandó a la aldea en la que vivía la propia familia de Kratos, aunque este, cegado de sed de sangre arrasó con todo a su paso.
Se encontró al mismo oráculo, que le advirtió que no siguiera adelante, o se arrepentiría. Este, ansioso de venganza prosiguió hasta la ultima cabaña en la que entró y mató a todo ser viviente que había dentro. Pero de lo que no se dio cuenta cegado por las ordenes de Ares fue que las últimas personas a las que asesinó eran su hija y su esposa.
Y ahí estaba Kratos, sentado frente al  cadáver de su hija y su esposa mientras entre lágrimas se preguntaba por qué encomendó su alma al cruel Dios de La Guerra Ares.

Álvaro Muñoz Mata 3º D

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